SOLO EN EL PAÍS DEL SAGRADO CORAZÓN
Por: Carlos J. Gutiérrez.
La fe mueve montañas y entrega tierras. Esa es la nueva forma que adquirió tal refrán si damos cuenta de la última absurda pero cierta noticia que salió en los últimos días. Perdón, estamos en Colombia, todos los días hay una noticia absurda y cierta, pero a veces, en contados casos, hay una que nos sorprende, nos deja perplejos, no hace creer que somos normales y que la gente es estúpida y comete estupideces. Si algo debemos comprender es que realmente no somos normales, y que constantemente comentemos actos estúpidos, y esto, no segrega a nadie, parece que la estupidez está en todos los planos de nuestra pirámide organizacional.
Es cierto que el hombre por su naturaleza, necesita saber o más bien necesita creer que hay algo más allá de él, un todopoderoso que lo rige, que le engendra terror y amor. El hombre necesita creer que alguien lo creo, que alguien lo trajo porque el destino lo quería, que no es únicamente producto del azar, producto de una tirada de dados. Eso no se critica, menos en este país, en donde como se dice, hasta el más ateo se persigna cuando sale de su casa. Colombia ha sido, y tal vez siempre lo sea un país extremadamente católico, eso tampoco nadie lo puede negar, ningún converso, ninguno que se haya vuelto protestante ni ninguno que haya preferido el camino de no creer en Dios.
Y si no es porque el país parece siempre andar patas arriba nadie podría afirmar que eso es malo, solo podríamos decir que es nuestra forma ideológica natural. Sin saber qué significa eso. Siempre hemos puesto por encima de todas las cosas a la religión. Somos unos creyentes fervientes a tal punto que cuando los Papas vinieron los presos tuvieron rebajas de penas, pusimos el nombre de uno de ellos a una vía principal y a un barrio, somos fervientes seguidores del médico Gregorio Hernández y creemos que él nos va a curar, nuestra constitución del 86 era plenamente católica, apostólica y romana y; consagramos al sagrado corazón de Jesús al país. Como ven, la religión abunda en cada una de nuestras esferas sociales.
Pero la pregunta es: ¿Qué tan necesario es que nuestra religiosidad sea superior a nuestra coherencia? No lo sé ustedes. Pero que la alcaldesa Luz Marina Cardozo Solano a partir del decreto 036, según El Tiempo, le entregue de forma simbólica el municipio de Yopal a Jesucristo es reducir al absurdo el concepto de fe. Es volverlo una payasada. La entrega viene con versículos bíblicos incluidos, interesante el uso del versículo 6 – 33 del evangelio según San Mateo, esto con el fin de dar legitimidad a la entrega, pero también si prestamos atención a lo escrito, es retornar a la edad media en donde los reyes se posesionaban como tales porque lo consideraban un designio divino. Mírese no más como los tiempos no han cambiado y como utilizamos la palabra de Dios para legislar, así, próximamente diremos que lo malo que sucedió es porque dios lo quiere así.
Al parecer hemos vueltos a viejos tiempo de antaño donde la verdad de fe se mantiene intacta, ya se había comprobado con ciertas acciones, pero la consagración de Yopal y su alcaldesa son la gota que rebosa el vaso. La espiritualidad nos está jugando una mala pasada, nos hace cometer ridiculeces, nos hace no ser coherentes, nos hace comportarnos irracionalmente. No digo que no hay que ser espiritual, pero como ya se dijo alguna vez, la religión debe estar en su lugar, no en otras partes. Puede que uno sea muy religioso, pero entregarle un pueblo, una ciudad, un país a un ente, es lo mismo que dejarlo a la deriva. Eso dice mucho de nosotros. ¿Será que nos queremos lavar las malos de nuestros malos actos?
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