CUANDO
EL SUBCONSCIENTE NOS DELATA
Por: Carlos J. Gutiérrez.
Es contundente, es
directa, grosera, sarcástica, irónica y salvaje. Esa valla es la mejor
representación de como nuestro subconsciente colectivo es más fuerte que las
mentiras que nos comemos. Y es que así es el, así le gusta comportarse, se
burla directamente de nosotros sin mostrar ninguna piedad, diciéndonos: ahí está,
esta es tu verdad, ninguna otra. Cuando las diferentes redes sociales mostraron
la imagen de una valla del centro democrático en la que la figura de Uribe es
imposible de esconder, donde el eslogan “es confianza” contrasta con el poste
metálico que la sostiene atravesando (casi un empalamiento simbólico) la cabeza
grafiteada de Heriberto de la calle que con ojos expresivos y boca hacia abajo
nos enseña nuestra cara diaria.
La persona que tomo esa
imagen se encontraba en el punto perfecto, porque desde otro punto tal imagen
no podría verse bien. De cerca se mira solo a Garzón, siempre atento a la
realidad del país, diciéndonos con su cara lo decepcionado que está, y luego,
al mirar hacia arriba vemos la valla. Pero al verlas separadas, casi nadie daría
cuenta de la relación estrecha que tienen ambos objetos. Nadie se daría cuenta
que la sátira aplastante era al mismo tiempo aplastada por una ultraderecha
clavada, como el poste, en las instituciones gubernamentales con ese deseo de
ser inamovibles, como el poste que colocaron.
Es que ese rostro de
tristeza y a la vez desesperanza, ese rostro que está pasando saliva siente
como nadie la verdad detrás de ese eslogan. Porque así se engaña hoy en día en
la política. Las frases bonitas disfrazan a lobos hambrientos cegados por la
codicia y deseosos de más poder, porque no es que no lo tengan, lo tienen, lo
han mantenido por siglos, pero lo quieren seguir manteniendo. Por eso sus delfines
están en preparación. Ahí está la confianza, es la confianza de la continuidad
en el poder, es la confianza de la arrogancia al saber que engañando a los
incautos podrá confundir y reinar mientras otros se matan. La confianza del
eslogan no es la mejor de todas, es, tal vez la sentencia que refleja el rostro
de Garzón. Es como la madres que cuando se enteran por terceros que uno hace algún
daño, simplemente, evitando la vergüenza, nos mira fijamente, nos sonríe y
continua hablando; pero uno sabe que esa calma al recibir la noticia es falsa,
porque sabemos lo que nos correrá pierna arriba cuando lleguemos a la casa.
Eso por un lado. Por el
otro, Garzón (la muerte de Garzón) que con el tiempo se ha convertido en el símbolo
del olvido, la desmemoria, la injusticia y el triunfo de la corrupción moral de
la sociedad colombiana en esta imagen vuelve a actuar desde las catatumbas
fantasmagóricas para develarnos nuestra realidad. Nos saca de nuestros más
profundos temores la pesadilla que estamos viviendo y nos la lanza en la cara
para que despertemos de la ilusión. Ya sea para recordarnos que llevamos 18
años escondiendo la idea que el gobierno o los poderes de la ultraderecha (sin
decir que es el partido o los partidarios del centro democrático) tuvieron que
ver con su muerte o para recordarnos que preferimos taparnos los ojos para no
creer que nos seguimos vendiendo a los mismos, con las mismas palabras, con las
mismas mentiras y la misma forma de robar. Porque la justicia no es cíclica,
pero la corrupción si, cuando unos se van otros llegan a hacer el mismo
trabajo.
En fin, después de todo
en Colombia todo puede pasar. Y así como esta imagen surgió en las redes
sociales, pronto será reemplazada por otras que la ocultaran al final del basurero.
Así como Garzón todo los años sale a la luz porque su investigación sigue sin
solución, así con esa misma desfachatez, el ministro de defensa dice que las
muertes que han sucedido a lo largo de este año son por cualquier lio, menos
por cuestiones políticas, y el hecho que tengan en común que hayan sido líderes
sociales no es problema del estado. Así, seguimos ocultando nuestros mayores
problemas al final de nuestra consciencia. Pero algo seguro si es, y es que algún
día, en algún momento volverán a recordárnoslo y ese día cuando creamos que si
es importante recordárnoslo no seremos capaces de arreglar nuestros problemas. Si
es que ya no lo somos.
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