martes, 26 de diciembre de 2017

YO OLVIDO EL AÑO VIEJO

YO OLVIDO EL AÑO VIEJO
Por: Carlos J. Gutiérrez.

Los doce meses se pasan con una veloz mirada que nadie recuerda, no lo recuerda porque al fin de cuentas estamos en la época de la inmediatez. Por esta razón es que el tiempo que va a su propio tempo no es suficiente para nadie, es corto para nosotros, que lo inventamos, y solemos decir: “no tengo tiempo”, “se me acabaron los minutos”, “ni el día teniendo 30 horas me alcanzaría” y muchas otras mas excusas para demostrar falsamente que corremos más rápido que la tierra. Tal vez ese sea el problema, caemos en la arrogancia humana en la que nos creemos más importante que la tierra y terminamos diciendo que la tierra no viaja a la velocidad que viajamos nosotros, no se cultiva rápido, no produce con la utilidad suficiente y por tal motivo es necesario modificarla.

Lo bueno, según todos, es que llega el tiempo de finalizar, el tiempo que cuadramos con nombre romano y decimos que lo hecho, hecho esta. Así que ponemos nuestro espejo retrovisor y desde todos los medios nos dicen lo mejor y lo peor del año, incluso con burla, con sarcasmo, con ironía. Celebramos un fin de año, pero ¿Qué celebramos en realidad? ¿De qué habría de alegrarse en estos tiempos veloces? Tal vez que la selección clasificó al mundial con algo de fortuna y sufrimiento a la colombiana y con fallas a la colombiana como un trato por debajo de las manos o celebramos que paso un año de la firma del acuerdo de paz sin que se supiera en buena forma cómo va a funcionar la sociedad con el ingreso de los exguerrilleros a la sociedad civil, con las mentiras las cizañas y las objeciones que se le han hecho desde el momento en que se sentaron. Porque al fin de cuentas, los colombianos todavía deseamos la guerra.

Celebramos que Urán tuvo un buen año en las competencias ciclísticas y nos dejó a todos de nuevo con la esperanza que el deporte saca lo mejor de nosotros ya que por logros como estos debemos sentirnos orgullosos al punto de pensar que desde esta perspectiva es que deberíamos construir nuestra identidad nacional. O más bien celebramos que como siempre, el gobierno le da la espalda a esos proyectos que realmente hacen crecer al país, les quita la participación para decidir no entregarle más dinero si no antes bien, bajarle. Celebramos que la tasa de homicidios bajó pero que aun así se registran casos como el de un expolicía que es capaz de violar y matar trayendo - cual historia de lobo feroz- con mentiras a una joven que nada de culpa tiene que existan hombres como él. Celebramos que al parecer todos sabemos aportar al mundo con logros pero nadie es capaz de reconocerlo como se debe.

Pero mejor celebremos que para diferentes medios el Fiscal general de la nación fue catalogado como el personaje del año, no se sabe porque, pues fue la figura pública más reconocida en cada uno de los escándalos que la nación vivió. O más bien celebremos que el fantasma de este año no fue el terrorismo y la violencia si no la corrupción, tal vez las dos cosas tengan que ver, pues, falto un acuerdo de paz y otro que va en un fracasado curso para ver que uno de los mayores males del país nos es la guerra si no la corrupción y que esta, es tal vez la que genera los conflictos. Celebremos, igual celebremos porque el mundo en los múltiples apocalipsis que le saben sacar y las múltiples conspiraciones que le buscan montar sabe y descubre que el hombre está cansado de vivir en estas tierras.

Al fin de cuentas, el año viejo me dejo una chiva, una burra negra, una yegua blanca y una buena suegra. Y hay que reírse de lo que paso, porque si estos 365 días que se mueren el próximo domingo fueron un espectáculo de mentiras, insultos y vanas realidades, los próximos 365 serán del doble de lo anterior. Porque al fin de cuentas, viene el año de la máscara de borrego, vienen los meses en que el lobo, como en la caricatura de Vladdo, nos sonríe, nos mira desde la oscuridad, nos trata como su amigo, como su par, nos habla con voz calmada diciéndonos que estaremos bien, que la prosperidad es para todos, que la corrupción se acabará así como se acabó la guerra, que dejaremos de ver a los toros morir en el ruedo, que se acabarán los infanticidios y los feminicidios que son crimines que siempre han existido pero debido a su crudeza es mejor darles una categoría. Mejor dicho, que se acabará hasta Colombia.

Y si, se acabó este año, pero espero que a usted, a su familia, a sus amigos, a sus vecinos y a todos los desconocidos que pueblan este paraíso tropical les haya ido de la mejor manera.


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