martes, 27 de junio de 2017

EL ANÓMALO BI-CÉFALO

EL ANÓMALO BI-CÉFALO

Por: Carlos J. Gutiérrez.

Se recurre a una sátira para burlarse de los vicios de la sociedad. Hoy en día no señala a la clase baja de la misma, la cual con su “poca educada forma de ser” el dramaturgo, tenía por imitación mostrarla grotesca en las tablas para que esta misma sintiera vergüenza de su ser. Eso ya no es. Hoy en día, la sátira es mejor al estilo de Boccacio o al estilo de Aristófanes en la que los personajes son de alta clase social con lo cual la doble moral queda al descubierto. Los gobiernos se ven develados. Es por eso que se indignan, se rasgan las vestiduras, se quejan, lloran y en últimas tratan con violencia física o verbal a aquellos que los desenmascaran. ¿Qué estará pensando de Matador o de Mheo el señor Uribe al ver sus caricaturas? la aparición de la noticia sobre la alianza de este con Pastrana hace que se recuerde “El anómalo bicéfalo” de Fo.

Esto solo produce risa, esto solo recuerda que estamos en un país donde los chistes van y vienen, pero no para hacernos reír sino para hacernos llorar. Dos ex presidentes con más falencias que virtudes. El uno excesivamente popular y el otro excesivamente casi en el olvido, lo único recordado de él, es la vez que la guerrilla lo dejó plantado. ¿Qué pasará con esa alianza? ¿No es más que una fachada que utiliza Uribe para que los colombianos crean que él no es el que elige a su candidato de preferencia? Imagine la escena como si Uribe tuviera dos cerebros, uno inteligente, persuasivo, malicioso, conocedor de una gran cantidad de secretos y llamador de atención, el otro, torpe, poco proactivo, poco imaginativo, casi en una función parasitaria, que a veces tiene su pregunta existencial del “¿yo que estoy haciendo aquí?”.

Imagínese al uno heredero de una gran cantidad de terreno, de palabras fuertes, intransigente, dueño de una voz pausada que recita poesía en sus tiempo oscuros. Líder de un grupo de furibundos extremistas que entre su oposición entran en un estado de posesión donde su rostro se deforma, sus cuerpos se envalentonan y recuerdan cuando Hitler dabas sus discursos, que hacían pensar que un ángel tomaba posesión de él para abandonarlo cuando sus palabras cesaban. Imagínense a este creador de falacias, mentiras e informes tergiversados que tiene en la palma de su mano cinco dedos que serían fácilmente controlables desde la sombra. Imagínense al otro, simple, un rey heredero de una dinastía política decadente, sin ingenio, más bien manco, alejado de su grupo político, dejando atrás el apoyo a el sumo pontífice del conservadurismo. Imaginémoslos el uno pidiéndole permiso al otro.

Los dos, cada uno a su manera son incoherentes, es su forma de hablar, en sus alianzas, cada uno lo hace por rencor, por que tocó, porque le sale el refrán “El enemigo de mi enemigo es mi amigo”, por nada más. Así que deciden darse un tiempo, como las parejas, se dan un tiempo fuera y dejan de echarse puyas de su incompetencia para pelear juntando sus “espadas” y así lograr una victoria en el 2018. Unen lo que toque, no importa si eres católico y pides a un cristiano que te unja. No importa sin son víctimas y tal vez fuiste tú el que provocaste que se convirtieran en víctimas; no importa si se va en contra de una comunidad de la cual hoy en día se mira sin radicalismos. Nada de eso importa, porque solo importa su verdad.

Ellos son una caricatura, una muy grande, son la forma en la que sabemos divertirnos, son la forma en que nos acordamos que no dejamos de ser una caricatura de país. Es gracioso como matador los supo pintar a la perfección, una bella alegoría del poder colombiano. El uno, Alvarito, la cabeza del perro y el otro, Andresito, siendo la cola. Pero esa cabeza no es inteligente del todo, esa, comete las incoherencias que la historia reduce a la anécdota pero que el historiador crítico y concienzudo utilizará para demostrar que los políticos de comienzos de siglo XXI colombianos vivían de contradicciones y entre más desinformación generaran más verdad se volvía su falacia. Ya lo había dicho Darío Fo en su obra, y si el la utilizaba con Berlusconi, aquí la podemos utilizar con Uribe: “Él quiere dos celebros, uno para hacer declaraciones y otro para desmentirlas”.  Imagínelo más adelante desmintiendo que veía a Pastrana como un aliado.


No hay comentarios:

Publicar un comentario