DE QUIÉN A POR QUÉ
POR: Carlos J. Gutiérrez.
Mirar al frente es
mirar un horizonte. El nuestro está oculto, está escondido por una niebla
espesa en donde solo vemos sombras. No se habla aquí solo de la esperanza, también
de todo lo malo, no sabemos quién hace que, quien está detrás de quien, no se
sabe quién realmente ataca y quién no le interesa hacerlo. No sabemos quién
causa nuestros males porque estos son también provocados por nosotros. En algún
momento todo es una sucesión de hechos desafortunados en donde las excusas solo
sirven para seguir hundiendo la verdad que tanto quieren algunos buscar y otros
esconder. Pero, ¿Qué hacer en ese sentido? La duda y la incertidumbre
reemplazaron al miedo y estas fueron reemplazadas por la amnesia.
Por lo general, cuando
sucede un evento, la primer pregunta que se viene a la cabeza es ¿Quién lo
hizo? ¿Quién tuvo las agallas para cometer tan atroz acto? Y aunque esto está
muy bien preguntar es necesario también realizar una pregunta más. ¿Por qué lo
hizo? No nos preguntamos por los motivos que lo o los llevaron a cometer tal
acto, la dejamos ahí sin preguntar, sin explicarnos y sin querer saber nada
más. Es que la primer pregunta se responde fácil, solo basta con señalar a los
culpables de siempre, así lo demostró Cabal desde su cuenta de twitter al
culpar a “los Elenos” sobre el atentado en el Andino. No obstante, esto solo se
hace con un mayor fin. El decir ingenua o falsamente el nombre de un culpable
solo tiene la implicación de generar más odio, recargarnos de más rencor.
El saber quién lo hizo
hace que pidamos recompensas, haces que acrecentemos las diferencias, hace que
el mundo se desconozca a cada paso, hace que un bus lleno de pasajeros ubique a
las personas en las sillas por el hecho de si es hombre o si es mujer, hace que
escuchar la palabra musulmán implique que debemos alejarnos de él, hace que el
hecho de no ser norteamericano nos quiera hacer permanecer detrás de un muro,
hace que ser guerrillero o socialista implique ser retrasado, vándalo y enemigo
del estado. El preguntarnos quien lo hizo nos pone a merced de los medios de
comunicación y el poder que nos dirige, pues, solo ellos tienen la palabra,
solo ellos utilizan la información y la manejan. El preguntarnos quien lo hizo
es convertirnos en el pelotón de fusilamiento que añora todos los años la
sangre nueva.
Ni siquiera el proceso
de paz ha evitado que esta pregunta se olvide y se avance en otras que
adquieren más profundidad. Basta decir que nos levantamos sabiendo que somos el
segundo país con la mayor cantidad de población desplazada en el mundo, publicado
esta semana por la ONU, en la cual la seccional ACNUR indicaba que más del diez
por ciento de la población desplazada mundial está en Colombia, solo estamos
por debajo de Siria aunque hay que tener en cuenta que el conflicto en tal
estado es mucho mayor al que actualmente se vive aquí en Colombia. Pero con
esta información solo nos quedamos con el quién fue, quienes son. Solo nos
quedamos ahí, las víctimas son cifras borrosas y los victimarios son los
enemigos, pero ya, no necesitamos nada más.
Solo nos interesa el
quién porque otras preguntas son más complejas de responder y comprender. Si nos
preguntáramos por qué llegaríamos a responder porque los grupos subversivos
quieren continuar atentando contra la población civil, si preguntamos el por qué
llegaríamos a comprender que a pesar de existir un proceso de paz firmado, este
no ha sido capaz de erradicar o bajar las cifras de desplazados en Colombia. Los
porque nos llevaran a las causas de todo, a la búsqueda del hilo que nos
permitirá salir de la violencia que tenemos por laberinto, pues, este nos
llevará al cómo y este al qué hacer. Poder responder estas preguntas logrará
que miremos al otro no como enemigo, sino como persona, darle la mano, conocernos
y construirnos a nosotros mismos con la ayuda del otro, preguntarnos el por qué
nos hará revaluar nuestro papel en la sociedad.
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