sábado, 3 de diciembre de 2016

TEMPORADA DE CAZA

TEMPORADA DE CAZA
Por: Carlos Julio Gutiérrez.

Uno de los recuerdos más gratos de la infancia era cuando finalizaba el colegio y se iniciar la temporada navideña. No era como hoy en día. No era que desde septiembre se empezara a hablar de navidad, las emisoras hicieran un pre-aguinaldos y las tarjetas de crédito empezaran a hablar de compre hoy y pague en febrero. No. No había tanto afán de consumo. No había la necesidad de vivir tres celebraciones al mismo tiempo para al final no saber si invitar a la novia, disfrazarse de gárgola o alistar la pinta navideña. No. Además, la temporada navideña tenían una esencia de tradición que hoy en día se ha medio perdido.

Se comprueba la anterior tesis con lo que había empezado a decir. Noviembre era el sufrimiento de los exámenes finales sumado a la idea de saber cuál será el regalo de la familia y la ropa que se comprará. ¿Dónde? Eso era obvio. El centro de la ciudad es la meca de las compras navideñas. Allí se desarrolla mejor la temporada de caza. Antes de Trasmilenio, cuando los buses ejecutivos y no ejecutivos dominaban el panorama de las calles de la capital, ir al centro, era ir al núcleo del caos. Las mujeres más experimentadas, los hombres más astutos iban con sus hijos el primer fin de semana de diciembre para comprar la ropa que todo niño deseara vestir el 24 y el 31. La caza por el mejor precios, la puja por dar la mejor oferta: “si me lo deja en 40 me lo llevo”… “son precios fijos madre”… “no le creo, bueno, negociemos”… “lo máximo que se lo puedo dejar es en cuarenta y cinco, mas no puedo”…

El centro siempre ha sido así. Caótico. ¿Por qué? Bueno, hay muchas respuestas, la familia siempre dice que es porque todo el mundo espera a última hora –como buenos colombianos- a comprar todo lo de navidad, los amigos dicen que es porque la ciudad se llena con luces, muñecos y demás adornos que son necesarios visitar porque es algo que no se debe dejar de hacer. Una profesora de literatura señalaba que el centro es un caos poblacional que implica la apertura a la delincuencia en todas sus formas porque es el lugar de encuentro de todos los estratos sociales. Hay mil excusas paro lo que sucede en el centro. Sus calles estrechas, sus grandes buses, sea antes o ahora, el robo –esa es la zona de caza preferida de los avivatos-, los barrios marginados y olvidados durante décadas que ahora intentan limpiar aunque la solución no es satisfactoria.

Para este año la alcaldía de Bogotá se propuso tomar “cartas en el asunto” sobre el problema de movilidad durante la época decembrina, teniendo en cuenta además que se levantará el pico y placa. Actividades culturales, charlas y acuerdos con los vendedores ambulantes, incrementos de la fuerza pública y privada en zonas de alta concentración de caminantes, y una idea oscura sobre la generación de una pedagogía y recuperación del espacio público. Sea o no sea satisfactorio lo que el distrito quiera implementar, siempre hay que tener en cuenta lo siguiente: el espacio público en el centro ha sido un problema que no ha podido solucionar ninguna administración durante muchos años, muchas décadas. Su costales en el piso, sus productos de bajo precio que se mezclan con celulares (la moda de hoy en día) robados, el aroma constante de hierbas, menjurjes, comida recalentada y basura son un coctel que no solo se vive en época navideña, sino durante todo el año.

Pero, olvidemos lo anterior, olvidémoslo. La tradición indica siempre esa necesidad de pasearnos tomados de la mano de nuestra madre o abuela muy fuerte para no perdernos, ellas siempre con bolsas negras que contienen las bolsas de la ropa que se compró, los zapatos que se probaron y los juguetes de los primos que no fueron: “hay que engañar a los ladrones mijito, cójase fuerte y no le ponga cuidado a nadie, agarre duro las bolsas para que no se las puedan rapar”. La décima con su piso entre basura y el desgaste de una gran cantidad de pasos de personas que se preparan para una de las épocas más alegres de Colombia. Diciembre es una temporada de caza para muchos desde muchos ámbitos. Es la época del escape, tal vez por eso hoy en día nos adelantamos tanto a la fecha.

Nota al margen: ¿Se dieron cuenta que la firma encargada de la venta de ETB lleva el nombre de uno de los monopolistas históricos norteamericanos? Eso me suena a una premonición que afectará a muchos.

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