sábado, 11 de abril de 2020

NO OS ESCANDALICÉIS TAN ROMÁNTICAMENTE


NO OS ESCANDALICÉIS TAN ROMÁNTICAMENTE
Por: Carlos J. Gutiérrez

Mientras permanezco en mi ostracismo preventivo, internet no parece cambiar en su función. Sigue permaneciendo como “la fuente de información clave” para estar en la casa enterado de todo, tal vez por eso, para algunos, las medidas que se han tomado tampoco es que les haya cambiado la vida. Pero bueno, no vamos a hablar de eso, hacía referencia a internet, porque en una de las redes sociales que adoramos consultar, la librería “La Valija de Fuego” puso una imagen acompañada de una frase me llevó a reflexionar sobre la situación que vivimos. En la imagen vemos las diferentes formas en las cuales las personas encerradas viven el mismo ostracismo voluntario en el cual yo vivo. Esas escenas se contrastan con la calle, en donde los que hacen domicilios, los médicos, los de la basura y otro tipo de personas siguen haciendo su labor, como si nada hubiera cambiado.

La imagen estaba acompañada por la frase “¡No a la romantización de la cuarentena!”. No se podría estar mas de acuerdo con esta idea, sobre todo en tiempos en donde el individualismo es el pan de cada día. El sueño de una torre de marfil; en el cual evitamos el contacto con tantas personas, nos volvemos adoradores del teletrabajo y caminamos lentamente hacia el pensamiento de que estar en casa es estar seguro, también implica la construcción de un mundo ideal en el que el encierro nos hace pensar que todo está bien y que no hace falta nada ni nadie. Pero en ese pensamiento nos olvidamos del otro.

Romantizar un estado en el que nos encontremos no implica prestar atención a la realidad, como comentaría uno de los usuarios de Instagram a la imagen. Y romantizar la pandemia implica que se nos olvida que, por esta, construimos un sistema de evasión en el cual las plataformas, las tareas inventadas o el llenarnos de ejercicios sin terminar ninguno, se convierten en la manera eficaz de obviar lo que no debe obviarse. También nos evita cambiar los hábitos que teníamos incluso antes de entrar en la pandemia, consideramos que normalizar la situación o la forma en la que laboramos es lo más cercano a creer que no ha pasado nada, además que, al parecer, en nuestro subconsciente empieza a crecer un tipo de prejuicio hacia el otro que no habíamos contemplado anteriormente. Empezamos a rechazar a los médicos, los celadores, los repartidores u otro tipo de personas que ven como el mundo se detuvo mientras que ellos siguieron andando.

Romantizar la pandemia implica que olvidamos que nuestras actitudes ante la vida están cambiando y que ese cambio debe tomarse con calma. Ya, La Pulla, en un video de María Paulina Baena, explicaba que con el aislamiento la activitis se volvió una enfermedad debido a la falacia de que hay tiempo de sobra. Cuando, realmente lo que sucede es que el tiempo es el mismo, y los planes que se proyectan no se van a cumplir por más encerrados que se esté. Al fin de cuentas, no se trata de hacer muchas cosas y de querer alcanzar logros de manera inmediata en todas las áreas del conocimiento. Estar encerrados más bien, debe comprenderse, como un ejercicio de responsabilidad mutua, como un momento para hacer una pausa y ver la información con mucha más lentitud de lo que se hacía para dejar de creer en lo que no es cierto o para evitar caer en creencias que solo nos van a embaucar, así como también debe servir para agradecer a esas personas que por diferentes motivos aun salen a las calles puesto que de eso depende su subsistencia.

Ahora recuerdo la frase de Brecht cuando estrenó su obra “Tambores en la noche”, lo que estamos viviendo hoy en día, lo debemos vivir como él solicitaba que el público viera su obra. No se trata de idealizar su mundo apartado del otro, no se trata de entrar en pánico porque se acerca el fin del mundo y por fin le atinamos a una profecía, no se trata de vivir en una angustia constante sobre nuestra existencia esperando que si salimos bien librados de ella para que creer que las cosas deben y van cambiar. No se trata de nada de eso, se trata de mirar con la tranquilidad del alma los diferentes eventos que van sucediendo cada día para poder a partir de ellos tomar medidas que a corto plazo nos van a servir y que, al final, nos mantendrán conectados con la humanidad.

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