domingo, 3 de febrero de 2019

PERSONAJES QUE SE ENCUENTRAN EN EL SITP


PERSONAJES QUE SE ENCUENTRA UNO EN EL SITP
Por: Carlos J. Gutiérrez.

Viajar en el transporte público siempre constituye un momento de reflexión. Mientras lo tomamos, pensamos en lo que hicimos, hacemos o estamos por hacer. Ya sea en la madrugada, al medio día o en la tarde-noche, el transporte bogotano es un espacio de pensamiento, un espacio que en medio de los trancones, permite que nos transformemos mientras nos movilizamos. Y es que ese espacio de 13 X 2,6 X 4 metros (en los más grandes) se convierte en un confesionario donde los más de 120 pasajeros (porque las fichas técnicas siempre mienten) sacan su lado más honesto.

Y sí, cuando nos subimos a un SITP, nos subimos todos los bogotanos y cada uno de nosotros nos volvemos personajes de esta cotidiana vida citadina en donde los trancones abundan volviendo las calles una lata de sardinas llenas de carros manejados en algunos casos con poca competencia ciudadana. Dentro de esos personajes vemos a los buena gente, los “mala cara”, mal aspecto o mal carácter que a pesar de odiar o maldecir al medio de transporte son en sí mismos uno de los principales problemas. Los muchos personajes que nos encontramos no podemos eliminarlos como hacer una resta; nos toca, por obligación, vivir con ellos y aguantarlos. Aquí vamos.

En algunos casos (la mayoría), el SITP se encuentra lleno, tetiado diría el cachaco, y nos enfrentamos con los que llamo ayudantes, esos que se quedan sin pasar la registradora porque van hasta casi el final, prefiriendo esperar que el nivel de personas disminuya. También están los cargueros aquellos que; con lonas, maletas sucias o dañadas, bolsas negras o tulas llevan cantidades de elementos suaves, duros o cortopunzantes, ingresan al bus pidiendo disculpas por los golpes propinados. Agréguese a esta categoría las madres con sus hijos en brazos, o más incomodo aun, con un carrito. Están además los escandalosos, peleones consigo mismos, con otros pasajeros o con el conductor. Los que creen que van en un taxi y alegan la necesidad de no parar. El bus que tomo diariamente, pienso, decidió dejar de recoger a dos señoras a la salida de Roma porque desde que se suben hasta que se bajan no hacen más que quejarse y pelear.

Los incómodos-cómodos son de las categorías más individualistas en algunos casos. Son los némesis de los escandalosos. Aprovechan el viaje en SITP para tener un momento de introspección sentados en una silla azul o roja con los ojos cerrados o de píe haciendo alarde de su capacidad para permanecer parados somnolientamente. No faltan los que parecen gatos que debido a su morfología, puede dormir encima de las varillas del SITP sin perder su equilibrio, haciendo que estemos más preocupados los que los vemos dormir que ellos mismos. Y así nos podemos quedar con una lista de descripciones; comentadores, vendedores, músicos, amigables, considerados, patanes, groseras, lindas, provocadores o colados. Todos hacen parte de ese collage citadino que es la lata de sardinas llamada SITP. No olvidemos que nosotros también somos personajes del bus pero que debemos ser de los correctos, de los colaboradores, para contribuir, de alguna forma a la construcción de esta ciudad.

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