domingo, 13 de noviembre de 2016

CUANDO LA FÓRMULA DEPURADA DEJA DE TENER INTERÉS

CUANDO LA FORMULA DEPURADA DEJA DE TENER INTERÉS
Por: Carlos Gutiérrez.
Por lo general, mi ingreso a conocer la literatura apareció por el interés en temas específicos y etapas concretas. Empecé por esa afición de leer temas existencialistas que me llevaron a Camus, Sartre, Dostoievski o “El Túnel” de Sábato. Así fue siempre. De esto, me surge una vez que otra el interés por un concepto literario que se valida y a la vez se niega, las dos caras de la crítica, un juego de lanzar la moneda. Hace poco la revista Arcadia hablaba sobre la publicación de la novela “Pureza” de Jonathan Franzen y de ahí llegue al concepto de (que había preferido ignorar para ser sincero) “Gran Novela Americana”.
La primera vez que había visto tal concepto fue en una de las historietas que publica el caricaturista Grant Snider en su blog. Aunque yo conocí el nombre del tal dibujante gracias a Facebook. Este, la señala entre las muchas caras de la novel, la dibujo con la bandera de USA como portada de un libro y con tres telas como si fuera una gran presentación para una gran cantidad de público a la expectativa, estaba además entre la novela herética y la novela experimental (¿será que tal concepto tendrá algo de herético y de experimental?), cerca de ella también estaba la “Gran novel rusa”, aunque en este la crítica parece confiada de que Dostoievski y Tolstoi son insuperables en la lengua Eslava. En fin, me surgió no solo el interés por el autor, sino interés por el concepto, incluso fue mucho más por este. El concepto lo generó De Forrest a partir de un ensayo, de ahí en adelante, los nombre Hawthorne, Melville, Twain para el siglo XIX y Fitzgerald, Faulkner, Hemingway y Steinbeck fueron figuras constantes en el siglo XX, a todos se les considero como “El Gran novelista americano”, aunque esto trajo más problemas al asunto, en el mismo texto sobre Franzen también se señalaba que todo lo referente a La Gran Novela Americana estaba dada en razón al hombre blanco. Nada de mujeres (En realidad solo una) ni autores de minorías. En conclusión, la novela americana al parecer como diría Roth, era otro invento Europeo, y este invento implicaba otro estilo para dar forma a la segregación y desigualdad.
La búsqueda sobre el autor genero más información bipolar que se puede colocar en consideración. Supe, que el escritor era amigo íntimo (al parecer) de uno de los últimos postmodernistas norteamericanos el señor David Foster Wallace. Sus primeras dos novelas, obtuvieron el favor de la crítica debido a esa misma corriente en la que “aun” se encontraba inmersa la literatura norteamericana pero por desgracia, para el escritor (también al parecer) no tuvo el favor del público que él esperaba. Esto era algo obvio en cierta forma, pues, las grandes obras del postmodernismos surgirían en los sesenta, “Los reconocimientos” de Gaddis, “El plantador de tabaco” de Barth, “V” de Pynchon, entre otras. Quiere decir que para los noventas, la novela metaficcional, autorreferencial y destructiva de los estereotipos norteamericanos ya había tocado su fin. Digo lo anterior ignorando la popularidad de “La broma infinita” y de Palahniuk con obras como “El club de la pelea” y “Diario”.
De ahí que se replanteo la idea de la escritura de una novela, ¿Cuál era la intención de crear hoy un texto de tal magnitud? ¿Qué elementos utilizar y cuales ignorar para estar de parte del público? Tales preguntas se las respondería en el ensayo “Tal vez soñar” en el cual, según Lago, quien escribiría un reportaje para el diario El País, Franzen proponía que “la única manera de avanzar era retroceder” así que, la única forma que él veía para emparentar a la crítica y al público era volver al realismo decimonónico que dio fruto a muchas de las mejores obras de la literatura universal. Recurriría en palabras de Lago a la forma de Tolstoi (Gran novela rusa) o Dickens (Gran novela inglesa o ¿en lengua inglesa?).
La idea le dio frutos cuando hacia finales de los noventa e inicios del siglo XXI publicó su obra “Las correcciones” la cual, siguiendo al blog “Un libro al día” desplegó con maestría la historia de una familia (un concepto muy norteamericano) y contó sus vicisitudes, sus altibajos, los describió a cada uno desde su propia perspectiva. La novela le dio para ganarse uno de los premios más importante entre la novelística norteamericana y para vender millones de copias de su obra, sin caer, como el mismo dice en crear obras de un pasatiempo más. La publicación de su cuarta novela “Libertad”  y el retorno al realismo lo agrego o lo convirtió en una figura de pura sangre de la gran novela norteamericana, la revista Times lo coloco de portada convirtiéndolo en una leyenda. Eso fue hasta el 2011, de ahí en adelante empezaría a decaer el asunto y dudarse su magnificencia. La fórmula la hiperbolizaron al punto de volverla algo inservible.
¿Por qué? Parece que la explicación es sencilla. La cuestión estriba en que para autores como Lago o Vázquez, en El País, la novela lo perfecciono en su forma, para Guelbenzu también del diario El País, “Libertad es una recreación de los conflictos que conforman la vida contemporánea”. Estas opiniones contrastan con lo dicho en el blog “Un libro al día” (De hecho, fue divertido leer la reseña) donde se realizó la reseña sobre la novela que publico Franzen once años después de “las correcciones”. El autor busca la forma de hablar sobre el libro pero no la encuentra, el texto, (“lo que sea que sea esto” señala el autor) lo dividió en tres partes: meterse con Franzen”, “tradición narrativa reivindicada por Franzen” y “Libertad”, expresa su confusión sobre la idea central de la obras, critica el esnobismo del autor a partir de frases que el mismo construye, es como si la figura del escritor se hubiera auto-publicitado para poder darle paso a un venta sospechosa de sus novelas. Por ejemplo, una de las frase que señala el autor de la reseña es que Franzen comenta que “la literatura no goza de tan buena salud como para permitirse novelas difíciles o lejanas a la gente”, es lo mismo que ya se había hablado antes de la publicación de “Las correcciones” y apuntar esta frase lo lleva a la segunda parte, lo que quiere recuperar Franzen.
La reivindicación del canon decimonónico traído al siglo XXI genera por obvias razones una fórmula novedosa que se acaba pronto, como si su mecha fuera corta. Es necesario reconocer que la crítica literaria señala que toda obra es producto de su tiempo, y en un tiempo donde los grandes discursos han cesado era indiscutible que la creación de una obra de tal magnitud fuera alabada a la vez que permeada de crítica sobre el hecho que su construcción no tiene realmente una intención de acercarse al público ¿la lectura de obras de más de 600 páginas realmente alentara a la publicación de tal tipo de obras? Franzen con su forma de escribir, con su retorno a lo conservador y convencional creo la quintaescencia de lo que hoy en día es el arte: una cuestión basada en la imagen inmediata, cuyo significado se muere muy rápido para dar paso a otro.
Su fórmula depurada con la publicación de “pureza” da muestra de algo que deja de tener interés, el realismo decimonónico no duro esta vez cuatro décadas si no algunos pocos años, si para los críticos “las correcciones” fue el resultado de su experimento y “libertad” el perfeccionamiento de tal ejercicio, “pureza” pierde ya toda capacidad innovadora y se vuelve algo monótono y repetitivo. Parece, que cerrando de forma circular este texto, Grant Sneider no se equivocó al colocar en medio de la novela herética y de la novela experimental a la Gran Novela Norteamericana. No se equivocó porque desde el canon, los críticos, los medios y el público es hereje hablar que un solo texto puede acumular el espíritu de una nación, es herético que se considere todavía a un autor blanco el único capaz de hablar sobre una nación en la que las minorías ya tienen su voz y sus discursos son igual de válidos, y es experimental en la medida que todos los autores buscan por los diferentes medios estilísticos, formales o históricos crear formas, traerlas de nuevo a colación para hacer de su obra, una obra que sea recordada.
  

   

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