DEL
ACTO POLÍTICO O EL REVISIONISMO HISTÓRICO
Por: Carlos J.
Gutiérrez.
La historia, para
entenderla, debe ser contada desde la distancia. El heroísmo de los hombres que
construyen los estados permanecía luminoso, sonriente y épico. Las estatuas se
construían en medio de los parques, los museos valoraban los objetos que se
recuperaban y todo cuanto tenía que ver con estos hombres comunes que se
convertían en inmortales, se valoraba y se pasaba como el recuerdo más grato
del tiempo. Los prados verdes y los estados de alegría se mantenían, en las
bibliotecas se les reservaba los mejores espacios y los niños reconocían a
estos hombres, bajados a sus lenguajes, como los seres más morales a los que se
podía seguir. Hoy en día no es así, los claro-oscuros del héroe aparecen al mismo
tiempo para que la gente lo evalúe.
Siempre vamos a traer a
colación a Simón Bolívar como el prototipo de héroe latinoamericano, aquel que
“nos liberto”, que “nos quitó el yugo” y nos permitió pensar a nuestra manera.
O eso era lo que se esperaba. Pero si recordamos básicamente ese mito
fundacional que fue el proceso de independencia y la posterior batalla de
Boyacá permaneció incólume, inamovible y sin ser cuestionado durante casi
ciento cincuenta años o más. Se tuvo que esperar hasta las nacientes dictaduras
y el florecimiento de boom para que hombres como él o Santander fueran bajados
de su pedestal, se sentaran en el banquillo y fueran juzgados por la historia.
Se dio a conocer que la
libertad de bolívar no fue total, se dio a conocer las luchas interna entre los
dos ilustres, se presentó la masacre ordenada por el mismo libertador contra la
población de pasto y se intentó abrir los ojos sobre la verdad de ese hombre
que en un puente batalló. Pero eso fue mucho tiempo después de la muerte de la
gran figura. Eso fue después de que en nuestras mentes quedara marcada con
sangre la idea del libertador. Juzgar a bolívar y reevaluar su papel en la
historia no lo afecto en gran medida, el sigue, y seguirá siendo el héroe por
antonomasia latinoamericano. Solo un grupo, muy reducido, comprenderá que el
héroe cometió crímenes y bajezas para obtener su misión. Solo unos pocos lo
habrán de juzgar.
Eso era hace mucho, eso
era cuando los medios y las audiencias no se relacionaban directamente. La
historia, antes de eso, la realizaban los académicos, los sesudos buscadores de
una verdad ocultad entre verosimilitudes. Cuando Santos dijo “prefiero el
dictamen de la historia y no el de las encuestas” lo hacía pensando que las
fechorías cometidas para llegar al poder quedarían con el tiempo ocultas y solo
se le apreciaría, se le amaría, como un nuevo héroe colombiano por lograr el
proceso de paz con las FARC. Pero, en la video columna de la pulla le
respondieron con lo más evidente. La historia la escribiremos los jóvenes que
vivimos y conocimos de primera mano los eventos que marcaran el significado de
la nueva patria.
Con esto, queda
evidente que la historia ya no se cuenta desde la distancia, con la mirada
crítica, ésta, ahora se cuenta desde la inmediatez, al momento que surge el
evento histórico este queda plasmado en los anales de la historia, y desde los
medios y las redes se realiza su posterior revisión. Ya no se necesita un
tiempo prudente para evaluar el hecho, no, eso se debe hacer inmediato y entre
más pronto mucho mejor. Es lo que han hecho los últimos meses hombre como Ordoñez
y Uribe, aprovechando los medios reevalúan su papel en la historia para ocultar
sus pecados, sus faltas y su corrupción. La marcha, el llamado a las calles o
lo twets no son más que pequeñas herramientas que en un futuro se convertirán
en armas de la ultraderecha futura para llamarlos verdaderos héroes.
El tiempo en el que
vivimos está lleno de sombras que se mantienen a partir de la verosimilitud que
todo el mundo inventa. Evaluar la historia se convirtió en un pasatiempo de los
mismos actores de los hechos con lo cual generan su defensa y perpetúan para el
abismo su crímenes. Al final, en un mundo no muy lejano, va a ser más cierto el
dictamen, las palabras y la mentira bien construida, que la mirada crítica y
con distancia que se haga de la realidad que ya haya pasado. Pero así ha sido
siempre, solo que hoy en día el desconcierto asombra más por culpa de los
medio. La globalización ha hecho de la mentira una estrategia más eficaz de lo
que era hace algunos siglos.
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