POR
QUE LA HISTORIA DA VUELTAS
Por:
Carlos J. Gutiérrez.
Leía hace poco la columna
de Antonio Caballero sobre los nacionalismos, y rescato una frase que es
interesante en muchos sentidos: “Porque la historia da vueltas”. Es cierto. Eso
nadie lo niega, siempre decimos que todo se repite, lo único que cambian son
los nombre, las figuras, los años, las fechas, pero el molde se mantiene,
porqué, nadie lo sabe, es cosa del altísimo, de las conspiraciones, de orden
mundial, de los que en verdad están detrás del poder, de los aliens, los reptilianos
o los annunakis, o eso dicen los que creen ciegamente en esa cuestión. Por mi
parte, cabe aclarar, ni tengo idea si existen ni se si están detrás de nuestra catástrofe.
Catástrofe, palabra que utilizó hace poco también Silva Romero.
Pero bueno, basta de
explicación, no sabemos y jamás lo sabremos porqué el cliché de “La historia
siempre se repite”; es una verdad que hoy en día es casi dogmática. Somos como
un perro que gira tratando de morder su cola sin una posibilidad certera, y así
se parece nuestra historia, perseguir un cambio sin que realmente se pueda dar,
pues, estamos dando las mismas vueltas inútilmente ¿Y si ese es el problema? Si
la historia se repite es porque vivimos dando vueltas sin cambiar las cosas. Podríamos
poner una situación hipotética que nos sirva de ilustración.
Hay un país con una
denominación de estado social de derecho, en este país se celebran cada cuatro
años elecciones tanto para senadores como para presidente, y hay un grupo de
ellos que siempre aparece y es nombrado por popularidad, reconocimiento o
alguna otra cuestión. Hoy en día los nombres no han cambiado y los conocemos
desde hace cien años, los apellidos son los mismos, de tal forma que cuando a
un estudiante de sociales se le coloca una línea del tiempo sobre los
presidentes del país se puede uno dar cuenta que varía el nombre y la fecha, no
el apellido. Ahora, estos mismo han estado envueltos en una gran cantidad de
problemas pero, todo apunta a que sean los ganadores de las próximas
elecciones. Por cosas como esas es que aparecieron las guerrillas en ese país.
En esa situación se
aplica el hecho de que la historia de vueltas, la conclusión siempre ha sido, y
es un grito a voces, que las votaciones son una ilusión para demostrarle al
pueblo que puede elegir al que quiera; pero realmente es solo eso; una ilusión,
un engaño a la luz del día. Realmente no elegimos ni ponemos en el poder al que
queremos, lo que pasa es que los nombre a los cuales tenemos siempre acceso son
esa vuelta que nunca termina, y la que nos hace creer que entre más rápido se
gire más rápido alcanzaremos esa cola de la libertad que tanto pensamos
alcanzar.
Estamos haciendo lo
mismo, por eso la historia siempre se repite. ¿Qué pasaría si dejáramos de
hacerlo? ¿Qué pasaría si logramos pasar por encima de esa historia circular que
nos tiene borrachos y dejamos de perseguir una ilusión? ¿Qué pasaría si
realmente nos damos cuenta que los mismos apellidos no implican un cambio en la
forma de gobernar sino una forma de mantener la misma forma de gobernar que
tantas veces nos ha afectado? Hoy, que está en pleno furor la carrera de las
elecciones deberíamos, por simple inteligencia, dejar de votar y de prestarles
atención a los mismos de siempre, porque de izquierda, de derecha o de “centro”
no son la verdadera solución que necesitamos.